Además del consumismo, hay otras capas que cubren nuestra Navidad, capas que
son fruto de algunas culturas con las que el misterio de Cristo presente entre nosotros
ha entrado en contacto: siempre es bueno recordarlas para saber por qué hacemos las
cosas, pero sobre todo para darles el adecuado lugar en nuestras vidas.
Así, por ejemplo, a nosotros se nos hace rara una
Navidad sin nieve, sin embargo, las escenas navideñas no tienen nieve hasta la cristianización
de los países del norte de Europa, ya que en la tierra de Jesús hay nieve pero es
rara y escasa. Otro símbolo navideño que nace del influjo de los pueblos nórdicos
de Europa es el árbol navideño que nace de la admiración de estos pueblos a su verdor
en medio de la muerte invernal. Los misioneros cristianos le dieron un significado
diferente haciéndole significar la persona misma de Jesús que vive entre nosotros.
Los adornos… son eso, adornos que se han ido añadiendo a lo largo de los siglos.
Hoy nosotros le podemos dar un significado que se nos hace bonito, pero si lo queremos
mantener como algo cristiano, recordemos tres elementos fundamentales: la estrella
que recuerda la que guía a los magos, las esferas que recuerdas los frutos que nos
trae el nacimiento de Cristo y la cinta que lo envuelve, como nos envuelve a nosotros
el amor de Dios.
También del norte de Europa nos viene Santa Claus, en cuya figura
se mezclan varios personajes: por un lado, es el Papá Navidad de los pueblos germanos.
Por otro, está la figura cristiana de San Nicolás de Mira, un santo que vive en el
siglo IV y que es mártir de Cristo, además de ser conocido por su generosidad con
los pobres. La mezcla de ambos nos da el nombre tomado del santo cristiano y la
figura tomada del personaje pagano. Sin embargo, hay que decir que el moderno Santa Claus es una deformación
tal, que es prácticamente irreconocible su sentido espiritual invitando a comprar a la puerta de los
grandes almacenes .
Podríamos decir muchas más cosas pero estas nos bastan
para considerar que podemos poner la navidad en cosas que no son tan esenciales. En estos días, con frecuencia, aparecerá en nuestras
bocas el decir: "tengo que…" no estaría mal que nos preguntáramos qué es lo que en
verdad "tenemos que…" y si eso que "tenemos que…" merece la pena. ¿Qué es lo que de
verdad "tenemos que…?" ¿Qué es lo que de verdad necesitamos?
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