viernes, 4 de enero de 2013

Navidad... UNA FAMILIA EN LOS ZAPATOS



La cercanía del día de reyes llena el aire de deseos de regalos. Y todos pensamos en las miles de cosas que los sabios de Oriente pueden dejar en nuestros zapatos. Pero no estaría mal que pensáramos los regalos que podríamos esperar en los zapatos de nuestra familia. Quizá podríamos empezar por pedir que nuestras familias tuvieran menos dispersión y más encuentro, menos prisas y más diálogo, menos cosas y más presencia de los miembros de la familia en la casa. La lista podría continuar con el deseo de examinar el modo en que llevamos los comportamientos en la casa, analizando la forma en que se llevan los estilos de comunicarse, o el modo en estructuramos el hogar, que se ve marcado por el tipo de decisiones que tomamos, los proyectos que se comparten, así como las ilusiones y esperanzas que cultivamos, sin dejar de lado la cercanía en los momentos en que se atraviesan sufrimientos, o se sostienen. Una experiencia como esta genera confianza, libertad, encuentro, descanso, compartir. 
Con regalos como estos, la familia se convierte en un lugar de encuentro: encuentro del hombre con el hombre, y encuentro del hombre con Dios; encuentro entre seres humanos y encuentro con el Señor en la oración, la Palabra de Dios y la Eucaristía. Además, como la familia de Jesús, la familia cristiana no puede encerrarse sobre sí misma, sino que debe abrirse a la comunidad y a la caridad. De hecho, el amor que sostiene a cada miembro de la familia debe prolongarse hacia la acogida, el respeto, el servicio por todo hombre, con un compromiso por promover una auténtica comunidad de personas, que difunda en sus ambientes un estilo más humano y fraterno de relaciones. De modo particular, el esfuerzo por reflejar a la familia de Nazaret tiene que manifestarse en la solidaridad con el hermano que es pobre, débil, sufre, o es tratado injustamente. En esas oportunidades, la caridad de la familia sabrá, y enseñará a descubrir, el rostro de Cristo en un hermano al que hay que amar y servir. De este modo, la venida de Jesús a la familia de Belén no se limitará a ser un evento de tiempos pasados, sino que será un fermento de vida nueva en el corazón de cada familia y cada familia será un regalo para los demás en los zapatos del mundo.

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