jueves, 3 de enero de 2013

Navidad...UN CORAZON QUE HACE HOGARES



Cuando pensamos en la Sagrada Familia tenemos que cuidar de no caer en un angelismo que hiciera pensar que la familia cristiana no tiene problemas. Aunque, ciertamente, el entorno de familia aporta beneficios muy importantes no solo a la dimensión física, también a la psicológica y la espiritual.Como cualquier otra familia, la cristiana tiene también que hacer frente a presiones externas en las muchas veces es muy difícil lograr lo que se ve como ideal de familia, o de educación  lo que la lleva a vivir en medio de situaciones que duelen al corazón o a la conciencia y que no son lo que ellos habrían querido para su familia. Aun en estas situaciones, la familia cristiana, como la Sagrada Familia, puede conservar la certeza de que ante el mal que enfrenta o con el que convive, siempre hay la posibilidad de redención, es de decir, de sacar bienes de las situaciones malas. La familia cristiana es como la sal del mundo, en el sentido de que, participando de todas las situaciones buenas o malas, puede dar sabor potenciando las buenas y limpiar, purificando las malas, con su acción, su testimonio y su oración. Ante las fragilidades y caídas de sus miembros la familia genera unos vínculos de afecto, de seguridad, que permiten a sus integrantes crecer en lo concreto de la vida y así responder a los retos que las circunstancias presentan.  Estos vínculos son los que construyen a las personas: los vínculos del afecto, los de la dimensión religiosa, los de las raíces de la cultura en la que se vive, las personas que rodean, los entornos cotidianos y las posibilidades del futuro. Con todo esto, vemos cómo nuestra humanidad la forja una familia, con sus riquezas y sus fragilidades, por eso es tan importante que la familia cristiana mire al hogar de Nazaret y así desarrolle un estilo singular, que se transmita a los hijos y se difunda en la sociedad y en la comunidad de la Iglesia.

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