martes, 23 de diciembre de 2014

ADVIENTO 2014: DE CUEVA DE ANIMALES, A CASA DE JESUS, DE LA MANO DE MARIA

El saludo del Ángel (“¡Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo!”) nos dice que el Redentor y la fuente de la alegría son la misma persona, ¿quién nos puede hacer llegar hasta él? El Adviento y la Navidad no son solo el tiempo de Jesús, también son el tiempo de María. Si al final de su vida, Jesús nos dejó a María, en el principio es María la que nos deja a Jesús. Jesús quiso venir a nosotros como nuestro redentor y nuestra alegría, y lo hizo por medio de María. Cristo nos lleva a María. Él nos lleva a ella, porque no quiere que caminemos sin una madre.  María es la que nos entrega a Jesús. María es la que nos guía hacia Jesús. La anunciación, como nos la narra san Lucas, nos enseña el camino que María nos propone. Es el camino de recibir el anuncio de Dios en nuestra vida. El anuncio no llega en lo grande, en lo importante, llega a veces en lo más perdido, en lo más pequeño, llega a veces en la persona en la que nadie se fija. Pero el ángel está presente también en esas situaciones y el mensaje del ángel es siempre el mismo: cuando Dios está contigo tu vida se llena de alegría, cuando Dios está contigo no hay miedo suficientemente grande. El ángel siempre nos recuerda que Dios es fiel, que cumple sus promesas y que está en primera persona a nuestro lado. Pero también nos recuerda otra cosa, que es necesario abrir el corazón al plan de Dios. Si Dios abre su corazón a nuestras vidas, nosotros deberíamos corresponder de modo semejante. No podemos ser redimidos, si nos aferramos a nuestros egoísmos, no podemos encontrar la alegría verdadera, si ponemos nuestra seguridad en las circunstancias o en las cosas materiales, como si fueran los señores que guían nuestras vidas. 
María es la que sabe transformar una cueva de animales en la casa de Jesús, con unos pobres pañales y una montaña de ternura. Ella es la esclavita del Padre que se estremece en la alabanza. Ella es la amiga siempre atenta para que no falte el vino en nuestras vidas. Ella es la del corazón abierto por la espada, que comprende todas las penas. Como madre de todos, es signo de esperanza para los pueblos que sufren dolores de parto hasta que brote la justicia. Ella es la misionera que se acerca a nosotros para acompañarnos por la vida, abriendo los corazones a la fe con su cariño materno. Como una verdadera madre, ella camina con nosotros, lucha con nosotros, y derrama incesantemente la cercanía del amor de Dios. (…) Para encontrar la fuerza de Dios para sobrellevar los sufrimientos y cansancios de la vida. Como a san Juan Diego, María les da la caricia de su consuelo maternal y les dice al oído: «No se turbe tu corazón […] ¿No estoy yo aquí, que soy tu Madre?». (EG 286)
En este Adviento podemos hacer de María la guía segura para el encuentro con Jesús. Con María podemos iluminar lo que oscurece el corazón y encontrarnos con quien puede tomarnos de la mano en todos los momentos de la vida. Toda su vida es una enseñanza para hacer de cada día un Adviento, de cada mañana una Navidad. Porque María es la que hace que todo el que se acerque a ella pueda siempre encontrarse con Jesús.

jueves, 18 de diciembre de 2014

ADVIENTO 2014: ABRAZAR LA ALEGRÍA QUE VIENE A NUESTRO ENCUENTRO



Casi de modo insistente el adviento nos propone que lo que nos tiene que quedar claro es que la alegría no viene ni del exterior (cosas, cosas, cosas) ni del aislamiento interior (yo, yo, yo) sino del encuentro con quien nos rescata de una conciencia aislada y nos hace ser más, en vez de tener más. Viene del amor que devuelve el sentido a la vida.
Navidad se llena de alegría no porque nosotros salgamos al encuentro de Jesús, sino porque El sale a nuestro encuentro. Y nadie queda excluido de ese encuentro: No hay razón para que alguien piense que esta invitación no es para él, porque « nadie queda excluido de la alegría reportada por el Señor ». Al que arriesga, el Señor no lo defrauda, y cuando alguien da un pequeño paso hacia Jesús, descubre que Él ya esperaba su llegada con los brazos abiertos. Éste es el momento para decirle a Jesucristo: « Señor, me he dejado engañar, de mil maneras escapé de tu amor, pero aquí estoy otra vez para renovar mi alianza contigo. Te necesito. Rescátame de nuevo, Señor, acéptame una vez más entre tus brazos redentores ». ¡Nos hace tanto bien volver a Él cuando nos hemos perdido!
No dejemos de buscar de dónde nace nuestra alegría, seamos tenaces para llenar de alegría nuestras vidas. Pongamos el norte en el encuentro vivo con quien nos ama tanto que nos permite rebosar de alegría

ORACIÓN: gracias por venir a encontrarme, Hijo de María, en este Adviento, enséñame a dejar de lado lo que me llena de tristeza por el egoísmo o el materialismo y enséñame a encontrar en ti la alegría que llenó el corazón de los pastores y de los magos, la que no se pierde ni por la carencia de las cosas, ni por el miedo a lo que pueda ser más poderoso que yo. 

miércoles, 17 de diciembre de 2014

ADVIENTO 2014: LA ALEGRIA DEL ADVIENTO ES ALGUIEN PRESENTE EN NOSOTROS


Posiblemente, al final, la alegría sea un don que nos tiene que ser dado. Lo que sí está claro es que la alegría no viene del egoísmo, sino de la presencia de alguien que, por un lado, nos libra de lo malo y, por otro lado, nos enriquece grandemente, porque nos permite encontrarnos con el bien verdadero. Es lo que nos dice San Pablo: examínenlo todo y quédense con lo bueno. Cuídense del mal en todas sus formas. La alegría se centra, pues, en dos cosas, en encontrarnos con quien nos realiza y en vivir el bien. Cuando Dios es experimentado como alguien personal y cercano, se convierte en la gran fuente de la alegría: quizás la invitación más contagiosa sea la del profeta Sofonías, quien nos muestra al mismo Dios como un centro luminoso de fiesta y de alegría que quiere comunicar a su pueblo ese gozo salvífico. (EG 4). Cuando, al llegar la navidad, Jesús está cerca de nosotros y nos guía con su palabra, aun en medio de los problemas, se hace presente la alegría: Su mensaje es fuente de gozo: « les he dicho estas cosas para que mi alegría esté en ustedes, y su alegría sea plena » (Jn 15,11).  (EG 5).

Si el Adviento tiene que prepararnos para la Navidad, es porque tiene que prepararnos para la alegría de un gran encuentro con quien es el centro de la Navidad. No es cuestión de qué oraciones recemos, o de qué ritos llevemos a cabo. Lo importante es descubrir si hacemos de Jesús, de su modo de vida y de su presencia, alguien real en nuestra vida, y lo importante es tener la certeza de que, de ahí, brotará la verdadera alegría, la que nace de la fuente del amor siempre más grande de Dios que se nos manifestó en Jesucristo. No me cansaré de repetir aquellas palabras de Benedicto XVI que nos llevan al centro del Evangelio: « No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva ». (EG 7).

martes, 16 de diciembre de 2014

ADVIENTO 2014: ALEGRES DE CORAZÓN, ALEGRES EN EL CORAZON



Todos los seres humanos buscan la felicidad, todos aman estar alegres. Si nos ponemos a pensar la razón última de esto, lo podremos encontrar en nuestro corazón, en cómo está hecho nuestro corazón, como dice San Pablo: esto es lo que Dios quiere de todos ustedes, en Cristo Jesús. A veces, tendemos a encontrar la razón de la alegría en las cosas exteriores a nosotros, para desilusionarnos una y otra vez, o para consolarnos con un “peor es nada”. Otras veces, ponemos la alegría en la autorrealización y la autosuperación, pero la constatación de nuestras frustraciones y la constatación de nuestros pecados y fragilidades, nos devuelven a una realidad desesperante. No encontramos el modo de estar alegres, porque parece como si necesitáramos innumerables condiciones para que sea posible la alegría. Esto suele suceder porque «la sociedad tecnológica ha logrado multiplicar las ocasiones de placer, pero encuentra muy difícil engendrar la alegría». (EG 7)

La alegría del cristiano no es un fruto de la ingenuidad, o de la falta de percepción de la seriedad de las situaciones. Sino que es fruto de que hay alguien más fuerte que lo que estoy viviendo, alguien en quien puedo confiar que, por su presencia, al final todo será bueno: la alegría no se vive del mismo modo en todas las etapas y circunstancias de la vida, a veces muy duras. Se adapta y se transforma, y siempre permanece al menos como un brote de luz que nace de la certeza personal de ser infinitamente amado, más allá de todo. Comprendo a las personas que tienden a la tristeza por las graves dificultades que tienen que sufrir, pero poco a poco hay que permitir que la alegría de la fe comience a despertarse, como una secreta pero firme confianza, aun en medio de las peores angustias: « Me encuentro lejos de la paz, he olvidado la dicha […] Pero algo traigo a la memoria, algo que me hace esperar. Que el amor del Señor no se ha acabado, no se ha agotado su ternura. Mañana tras mañana se renuevan. ¡Grande es su fidelidad! […] Bueno es esperar en silencio la salvación del Señor » (Lm 3,17.21-23.26). (EG 6) La alegría del cristiano se arraiga en la certeza de que quien nace en Navidad no defrauda y sí nos llena de su amor.

lunes, 15 de diciembre de 2014

ADVIENTO 2104: LLENAR DE CONTENIDO, PARA LLENAR DE SENTIDO


Cuando despojamos al adviento y a la navidad de su más profundo contenido, parecería que lo único que nos dejan estos días es la tristeza como estilo de vida: El gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada. Cuando la vida interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espacio para los demás, ya no entran los pobres, ya no se escucha la voz de Dios, ya no se goza la dulce alegría de su amor, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien. Los creyentes también corren ese riesgo, cierto y permanente. Muchos caen en él y se convierten en seres resentidos, quejosos, sin vida. (EG 2).
Sin hacer de todo una lista de tragedias, no deja de ser importante el tocar este lado oscuro de la existencia, porque de la conciencia del mal y de la conciencia del bien, puede surgir el camino de la esperanza. Por ello, el profeta Isaías nos muestra un lado esencial del corazón humano. La certeza de que todos nosotros traemos impresa la huella de Dios, todos somos la obra de las manos de Dios, somos la arcilla sobre la que el alfarero trabaja lo que hay en su corazón. Somos las tribus de la herencia de Dios, los que le pertenecemos, y Él no se olvida de su obra, de aquellos que le pertenecen. Esta certeza es lo que nos da esperanza cuando del corazón surge el grito anhelante: ¡Vuelve, por amor a tus servidores y a las tribus de tu herencia! ¡Si rasgaras el cielo y descendieras, las montañas se disolverían delante de ti! Del corazón brota la certeza de que es posible un programa de vida diferente: ser personas que esperan en Él, ser personas que practican el bien, ser personas que se acuerdan de los caminos de Dios. Adviento nos invita a ser conscientes de que solos no podemos. De que necesitamos que El venga a nosotros, que Él se haga uno de nosotros, en el prodigio que nadie había escuchado jamás, que nadie había visto jamás, cuando Dios haga lo más grande de la historia por cada uno de nosotros: Darnos a Su Hijo Único, para que nuestra vida sea digna y plena. ¿Es este el redentor que busca mi corazón? ¿Es esta la redención que mi corazón necesita?

domingo, 14 de diciembre de 2014

ADVIENTO: 2014 ABRIR LOS OJOS A LA NECESIDAD DEL REDENTOR


Adviento es un tiempo para esperar a Jesús como redentor de un mundo en el que no todo funciona. vivimos en una cultura en que el primer lugar está ocupado por lo exterior, lo inmediato, lo visible, lo rápido, lo superficial, lo provisorio. Lo real cede el lugar a la apariencia. En muchos países, la globalización ha significado un acelerado deterioro de las raíces culturales con la invasión de tendencias pertenecientes a otras culturas, económicamente desarrolladas pero éticamente debilitadas. (EG 62).  Una cultura tremendamente individualista que impide llevar a cabo proyectos, más allá de los beneficios y deseos personales (EG 61) El individualismo posmoderno y globalizado favorece un estilo de vida que debilita el desarrollo y la estabilidad de los vínculos entre las personas, y que desnaturaliza los vínculos familiares (EG 67).


En nuestra cultura de la autoindulgencia, además, nos cuesta aceptar que nuestras decisiones, nuestras acciones, tengan una consecuencia y que esa consecuencia nos haga un daño grande. Es lo que el profeta nos dice con muy fuertes expresiones: nosotros hemos pecado, desde siempre fuimos rebeldes contra ti. Nos hemos convertido en una cosa impura, toda nuestra justicia es como un trapo sucio. Nos hemos marchitado como el follaje y nuestras culpas nos arrastran como el viento. Cuando leemos esto, podremos decir que no hay que exagerar, que no es para tanto. Pero un paseo por la realidad de nuestra sociedad nos lleva a una triste conclusión: Hay mucha corrupción, y hay mucho desánimo. La impresión es que el mal, como el viento, arrastra a la humanidad. No es pesimismo abrir los ojos a lo que no está tan bien a nuestro alrededor, sino llamada a la esperanza de que el Señor que viene en Belén nos dará la profundidad interior y la certeza de que todo irá mejor.

viernes, 12 de diciembre de 2014

ADVIENTO 2014: EL MUNDO A LA BUSCA DE UN REDENTOR DESDE EL OLVIDO DE DIOS


¡Tú, Señor, eres nuestro padre, “nuestro Redentor” es tu nombre desde siempre! ¿Por qué, Señor, nos desvías de tus caminos y endureces nuestros corazones para que dejen de temerte? ¡Vuelve, por amor a tus servidores y a las tribus de tu herencia! ¡Si rasgaras el cielo y descendieras, las montañas se disolverían delante de ti! Cuando hiciste portentos inesperados, que nadie había escuchado jamás, ningún oído oyó, ningún ojo vio a otro Dios, fuera de ti, que hiciera tales cosas por los que esperan en él. Tú vas al encuentro de los que practican la justicia y se acuerdan de tus caminos. Tú estás irritado; y nosotros hemos pecado, desde siempre fuimos rebeldes contra ti. Nos hemos convertido en una cosa impura, toda nuestra justicia es como un trapo sucio. Nos hemos marchitado como el follaje y nuestras culpas nos arrastran como el viento. No hay nadie que invoque tu nombre, nadie que despierte para aferrarse a ti, porque tú nos ocultaste tu rostro y nos pusiste a merced de nuestras culpas. Pero tú, Señor, eres nuestro padre, nosotros somos la arcilla, y tú, nuestro alfarero: ¡todos somos la obra de tus manos! Isaías 63,16b-17. 19b; 64, 2-7.

El profeta Isaías nos dice que Dios tiene un nombre: NUESTRO REDENTOR. En un lenguaje propio de la visión oriental, nos presenta a Dios como alejado del ser humano. Sin embargo, el profeta nos dice donde está la raíz de la lejanía: en el corazón endurecido que deja de temer a Dios, es decir en el interior del ser humano, que no da a Dios el lugar que se merece y, con ello, rompe la relación de amistad con El.

La fractura de una relación no deja de tener consecuencias. El final del texto nos desarrolla algunas de estas consecuencias: no invocar el nombre de Dios, no despertar para aferrarse a Él, quedarse a merced de las propias culpas, no conocer el verdadero rostro de Dios. Todo esto nos habla de una situación espiritual en la que el ser humano ha olvidado quién es él. Como nos dice el Papa Francisco: Nuestro mundo, al negar toda trascendencia, ha producido una creciente deformación ética, un debilitamiento del sentido del pecado personal y social y un progresivo aumento del relativismo, que ocasionan una desorientación generalizada, especialmente en la etapa de la adolescencia y la juventud, tan vulnerable a los cambios (EG 64).¿podemos seguir así o necesitamos a alguien que nos saque de esta situación?

jueves, 11 de diciembre de 2014

ADVIENTO 2014: CONCIENCIA DE ADVIENTO, ANHELO DEL CORAZON

Cada vez que llega el tiempo de Adviento, surge en la conciencia la necesidad de vivir mejor el tiempo que acerca a la Navidad. Nos damos cuenta de que no todo está bien en la vida, y queremos poner un remedio a esto. En ocasiones, no pasa de ser un buen deseo, pero, otras veces, nos ponemos al trabajo, para, de modo efectivo, llevar a cabo algún cambio en la vida. Disponer asi el interior, abre a la posibilidad de desempolvar nuestro corazón, para darnos la posibilidad de mejorar algo del modo en que vivimos nuestra relación con el misterio de Cristo, que se celebra en este tiempo. Pero, para poder llegar a fondo de algo, tenemos que tener necesidad de llegar a ese fondo. Y puede pasar que el entorno, o nuestros modos interiores de ser, nos hagan pensar que no tenemos ese tipo de necesidades. 

Por eso, prepararnos para la Navidad, es prepararnos para tener necesidad de que Jesús nazca en nuestras vidas, y que nazca como nuestro Redentor. Eso es lo único que nos puede llenar de alegría verdadera en estas fechas. Todo lo demás, acaba siendo algo que se evapora, como un poco de agua en el sol del mediodía, dejando todo más reseco. Si alguien nos puede guiar en este camino, es la misma Madre de Jesús, Nuestra Señora, la primera que hizo la experiencia de la venida del Hijo de Dios a nuestro mundo. Intentemos prepararnos a la Navidad dando tres pasos: volviendo a experimentar la necesidad de un Redentor, anhelando la verdadera alegría y dejando a María que nos lleve a un más gozoso y pleno encuentro con Jesús en esta Navidad.