domingo, 9 de diciembre de 2012

Adviento... Con la voz de Juan el Bautista



Todos los segundos domingos de Adviento  nos presentan la figura de san Juan Bautista, citando, de un modo o de otro, una célebre profecía de Isaías (p.ej. cf. 40, 3). Juan vivió retirado en el desierto de Judea y, con su predicación, llamó al pueblo a convertirse, para estar preparado para la inminente venida del Mesías. La figura del Bautista es la de un heraldo del nuevo amanecer que «predica la recta fe y las obras buenas... para que la fuerza de la gracia penetre, la luz de la verdad resplandezca, los caminos hacia Dios se enderecen y nazcan en el corazón pensamientos honestos tras la escucha de la Palabra que guía hacia el bien» (San Gregorio Magno). Juan Bautista es el precursor de Jesús, lo que le sitúa entre la Antigua y la Nueva Alianza, es como una estrella que precede la salida del Sol, de Cristo, es decir, de Aquel sobre el cual —según otra profecía de Isaías— «reposará el espíritu del Señor: espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y temor del Señor» (Is 11, 2). Juan Bautista nos recuerda que «nuestra salvación se basa en una venida decidida por la libertad de Dios. La liturgia, al poner esta figura imponente en el tiempo de Adviento, nos invita a escuchar la voz de Dios. 
Hoy la voz de Dios resuena en el desierto del mundo a través de las Sagradas Escrituras y del testimonio de vida de tantos hombres y mujeres de vida autentica que se convierten en instrumentos para que nosotros seamos iluminados por la Palabra divina. Juan Bautista y todos los que hoy "ocupan" su lugar nos hacen ver que se nos propone un anuncio de cambio de vida, para que con la paciencia y el consuelo que dan las Escrituras mantengamos la esperanza» (Rm 15, 4). Nuestra respuesta consiste en acoger a Aquel que se acerca a cada uno de nosotros en nuestras alegrías y penas, en nuestros conocimientos claros y en nuestras dudas y tentaciones, en definitiva en todo lo que constituye nuestra naturaleza y nuestra vida» (Romano Guardini).

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