lunes, 17 de diciembre de 2012

Adviento... El hombre de la casa: José de Nazaret


San José es una de las figuras mas importantes de este tiempo y al mismo tiempo una de las menos reconocidas. Precisamente en estos días leeremos el evangelio de san Mateo que nos narra cómo sucedió el nacimiento de Jesús situándose desde el punto de vista de san José. Él era el prometido de María, la cual «antes de empezar a convivir con él, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo» (Mt 1, 18). La duda de José, su miedo y, al mismo tiempo, su valiente decisión de quedar él en mala posición para que María no sufriera ningún daño, nos habla de la altura moral de un hombre, que une la dignidad y la santidad, la  nobleza y la obediencia a la voluntad de Dios. Por eso el evangelio nos presenta a San José como el hombre «justo» (Mt 1, 19), fiel a la ley de Dios, disponible a cumplir su voluntad. José entra en el misterio de la Encarnación después de que un ángel del Señor, apareciéndosele en sueños, le anuncia: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María, tu mujer, porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados» (Mt 1, 20-21). 
La apertura a la voz de Dios en el corazón se convierte en el secreto que permite a José seguir adelante, y, por ello, abandonando el pensamiento de repudiar en secreto a María, la toma consigo, pues ahora sus ojos ven en ella la obra de Dios, y, a pesar de haber experimentado una fuerte turbación, José actúa «como le había ordenado el ángel del Señor», seguro de hacer lo que debía. Del mismo modo, José se inserta en el camino de Dios sobre su Hijo cuando le pone al niño el nombre de Jesús "como había dicho el ángel", nombre que es una misión (YESHUA: YAHVEH SALVA) de salvación del mundo. José será el custodio del signo que Dios deja en el cuerpo de María, su virginidad intacta, y de la presencia en nuestro mundo del mismo Hijos de Dios, custodiando la vida terrena del Mesías de las amenazas de Herodes. El Adviento nos invita a venerar, al padre legal de Jesús, porque en él se perfila el hombre nuevo, que mira con fe y valentía al futuro, no sigue su propio proyecto, sino que se confía totalmente a la infinita misericordia de Aquel que realiza las profecías y abre el tiempo de la salvación.

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