martes, 18 de diciembre de 2012

Adviento... Paciencia y fortaleza: corazón de José



La figura de San José en Navidad se nos hace a veces pasiva. Pero un poco de cercanía permite ver, en el padre legal de Jesús, dos virtudes que están muy dentro del corazón del adviento: la paciencia y la fortaleza. Precisamente para nuestros tiempos estas dos virtudes, que nos muestra José y que pertenecían al bagaje normal de nuestros mayores, son especialmente importantes. Da la impresión de que hoy se deja de lado el valor de la constancia y de la paciencia, poco populares en un mundo que exalta el cambio y la búsqueda de situaciones siempre nuevas y distintas. Los episodios del evangelio en adviento nos invitan a imitar en San José la tenacidad interior y la resistencia del alma, para no desconfiar en la espera de un bien que puede tardar en venir, sino incluso más bien, preparar su venida con seguridad activa. El modo en que José acompaña a María en su embarazo, la forma en que cuida de la familia, su actitud ante las dificultades nos lo dejan ver con claridad. José, ante los eventos que tiene que vivir, no es fatalista, sino que une de modo equilibrado la fe y las propias capacidades, su cumplimiento del trabajo que le toca y la confianza en la Providencia, puesto que algunas cosas fundamentales no están en sus manos, sino en manos de Dios. La paciencia y la constancia son la síntesis entre el empeño humano y la confianza en Dios. 

José une la fortaleza a la paciencia, pero ¿cómo podemos fortalecer nuestros corazones, que ya de por sí son frágiles y que resultan todavía más inestables a causa de la cultura en la que estamos sumergidos? La ayuda no nos falta: la encontramos en la certeza en el amor y la presencia de Dios. De hecho, mientras todo pasa y cambia, sabemos que la cercanía del Señor no pasa. Si las vicisitudes de la vida hacen que nos sintamos perdidos y que parezca derrumbarse toda certeza, contamos con una brújula para encontrar la orientación, un ancla para no ir a la deriva. Como José de Nazaret, que basa su seguridad, en medio de las oscuridades de la vida, en la palabra que Dios le dirige. Ahí es donde encuentra su alegría y su fuerza. Mientras los seres humanos buscamos a menudo la felicidad por caminos que acaban resultando equivocados, San José se cimenta en una esperanza que no falla porque tiene su fundamento en la fidelidad de Dios. Ver a San José en Adviento nos permite redescubrir y alimentar estas certezas.

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